Este post empezó a gestarse al ver la película Timbuktu, muy recomendable, de gran belleza y cargada de un dramatismo sereno. En ella se narra, con una base de trágicos sucesos reales, como la llegada de grupos radicales yihadistas destruyó la vida de los habitantes del norte de Mali. Especialmente hubo una dura represión hacia los músicos locales, y es que en el aspecto musical, la película es una delicia. Una mención especial merece una escena donde unos niños juegan al futbol sin balón, juego también prohibido.
Empezaremos guiando la caravana con la inestimable ayuda de Ry Cooder, un verdadero explorador de las músicas de raíz y que nos regaló discos imprescindibles como el de Buena Vista Social Club. En este caso hablamos de “Talking Timbuktu” (1994), mano a mano con Ali Farka Toure, músico maliense y padre del blues africano. Como un cante de ida y vuelta, este disco toma el barco de vuelta llevando al blues a sus ancestros de su África Occidental originaria.
A partir de aquí hablaremos del blues del desierto, la música moderna tuareg. Un combo visualmente espectacular de túnicas coloreadas, turbantes, guitarras eléctricas e instrumentos tradicionales. La música es repetitiva y de ritmo marcado, de esas que buscan llevar al trance. La base son las continuas llamadas y respuestas. Y por supuesto los famosos zaghareet.
Probablemente Tinariwen,“los desiertos” en tamazight, sea el grupo decano en este estilo, que surgió de festivales en el desierto. Otro grupo hermano seria Tamikrest. Son grupos con más integrantes e instrumentos pero siempre con la base de la música tuareg. Por otro lado, Terakaft suena más seco y duro, cuenta con antiguos guerrilleros rebeldes tuaregs que cambiaron el AK47 por guitarras afiladas.
Dentro de esta tormenta de arena del rock del desierto, también tenemos el ejemplo más cercano de Mariem Hassan, embajadora de la música haul y de la cultura y lucha del Sahara Occidental. Pasó gran parte de su vida refugiada en campamentos en el desierto argelino, en Tindouf, donde recientemente falleció. Podemos aquí verla cantar tanto en formato más moderno como en el tradicional:
La despedida la pone un antiguo guerrillero rebelde tuareg:
"Las guitarras son un arma mucho más poderosa. Las guía el corazón de un artista, no el ansia de verter la sangre de ningún enemigo".
Szomorú Vasárnap, más conocida por su adaptación americana Gloomy Sunday, está rodeada de una oscura aura de misterio que eleva la canción más allá de los límites de la música, convirtiéndola en un hechizo de magia negra, una maldición gitana del este de Europa que penetra en el débil corazón humano y lo infecta hasta conseguir su perverso objetivo: el suicidio.
Compuesta por Rezsõ Seress en 1933 no alcanzaría fama mundial hasta que la triste y guapa Billie Holiday la versionara en 1941, extendiendo así la maldición al resto del planeta angloparlante, pues según cuentan, ha inspirado cientos de suicidios en todo el mundo. Como en toda buena historia, no se sabe muy bien donde empieza la leyenda y acaba la realidad, pero lo que es cierto es que su autor saltó por la ventana en 1968 y hasta la BBC tuvo prohibida su emisión durante años. ¿Que por qué Billie Holiday mimó esta canción sin llegar al suicidio? Porque la triste y guapa Billie no era humana, era un demonio de pena y melancolía encarnado en una tipa dura que mantuvo la chulería por encima del dolor, una fuerza sincopada sobrenatural que, como si de una sirena se tratara, encandiló al mundo con su canto para estrellarlo contra las rocas. Esos golpes de piano lentos y esa melodía en blanco y negro sumergen a cualquiera en un estado de pesadumbre y aflicción que es conveniente alejarse de las ventanas y cerrar con llave el cajón de la cocina para no acabar siendo otra víctima más de esta perversa brujería musical.
La explicación racional y lógica (a que no nos gusta) es que cuando la canción fue compuesta en los años 30, el mundo salía de la Segunda Guerra Mundial y sufría una descomunal depresión económica, lo cuál incitaba a la gente a acabar con su vida... Sin embargo, numerosos artistas actuales, quizás encandilados por el siempre seductor mal, siguen transmitiendo el maleficio entre los tímpanos humanos y, si los suicidios que provoca ahora no son tan numerosos, es simplemente porque ninguno la canta como aquella nigromántica e irrepetible diva del Jazz.
Charles Mingus tenía, sin duda alguna, una personalidad turbulenta. Era un tipo de una sensibilidad exquisita, capaz de componer e interpretar las más sutiles melodías, capaz de tocar varios instrumentos y de construir,
tras su admirado Ellington, la segunda discografía más productiva del jazz. También eran conocidos sus ataques violentos,
algunos de sus músicos sufrieron directamente su ira. Dentro de su depresión
clínica podía alternar periodos de apatía con otros de una creatividad desbordada.
Aparte de su violencia interior, Mingus vivía en un mundo tenso y racista y la
forma que encontró para disipar la rabia y esa energía fueron sus
composiciones, su activismo
político.
Su forma de componer se centraba en los llamados
“Jazz workshops” o talleres de Jazz. En estas reuniones de músicos, componía
pensando en un intérprete en concreto y exponía las melodías al piano sin
fijarlas en papel. Esta metodología buscaba no perder la espontaneidad, en
hacer única y fluida cada grabación, fuera de cualquier rutina. Los músicos
tenían completa libertad en la interpretación pero siempre respetando la idea
inicial y volcándose en solos volcánicos, proyectando soul a gran distancia
como rocas en la erupción. También se practicaba la improvisación colectiva
sobre la base melódica y armónica propuesta, donde siempre el sumo sacerdote instigaba y animaba a los músicos, gritos y palmas en la liturgia jazzística. De
esta forma, Mingus combatía el binomio de composición vs improvisación, de parte
determinada contra la parte espontánea, navegando desde el puro góspel a los límites del free jazz más vanguardista.
Desde una
perspectiva antisimétrica, desde un punto de vista científico, se busca el
entender o predecir el comportamiento de sistemas o procesos muy complejos: la
destrucción ordenada y la reconstrucción comprensible, una especie de Frankenstein
tras un ronqueo metódico. En muchos sistemas intervienen procesos estocásticos o no deterministas, los cuales se asumen que no se puede completamente predecir
a priori. Un ejemplo de esto serían
los movimientos turbulentos en los fluidos. Para describir este proceso se hace
uso de una parte determinista o flujo medio y parte fluctuante debido a la
turbulencia. Una parte prescrita y definida frente a la improvisación y la
espontaneidad, un caos determinista. De estos procesos antiparalelos ha hecho
uso la mente humana para crear y destruir; quizás también intentar simular la
perfección de la naturaleza. Una ecuación que describe el movimiento de un río, aun teniendo su belleza intrínseca, probablemente nunca será tan perfecta como
el río en sí, siempre será un Frankenstein torpe pero con su corazón. Y es que, como dijo John Coltrane:
<<All a
musician can do is to get closer to the sources of nature, and so feel that he
is in communion with the natural laws.>>
¡Extra! ¡Extra! ¡El mundo se acaba hoy! ¡Joe Cool
publica entrada!
Anunciado
por Mayas, Nostradamus, o por los nuevos profetas del fin del mundo que
acaparan el canal Historia, Joe Cool entra en acción en este blog, para
traeros una selección musical que os haga superar el infernal verano.
Por suerte, habéis estado bien alimentados por mis
compañeros, Ornitorrincón y Darth Kosobar, a los que sólo puedo
felicitar por tan delicioso menú de entradas esperando que hayan estimulado
placenteramente vuestro paladar musical y a la vez que os hayan refrescado(sobre todo si
los habéis leído bajo un aire acondicionado).
Muchos veranos atrás, devoré con devoción el libro
del gran Nick Hornby “Alta fidelidad”, una de las obras pop por excelencia, y de
sus páginas obtuve el pensamiento de que cualquier tema/situación en esta vida
se podría resumir con una lista de 5 elementos, afición principal del
protagonista: Rob.
Así que para dar mis primeros pasitos en este
blog, por favor redoble de tambores, os voy a presentar:
5 Canciones basadas en elementos característicos del verano
1) Morrissey – The lazy sunbathers. (Vauxhall and I, 1994)
Es verano, sinónimo devacaciones, sol, playa/piscina y de turistas, de gente tostada o cocida cual gamba en la arena. Es lo único que necesitan, es lamayor época de egoísmo e ignorancia. Hartos de la rutina del resto del año, lo único que llena su existencia en este período es el astro rey (y la cerveza).
Morrissey, ex líder de The Smiths, bien lo refleja en esta dulce balada que parece querer mimetizarse con la tranquilidad de los personajes a los que describe, intentando no molestarles, los cuales ya puede anunciarse una guerra mundial que no se darán por aludidos.
<<A world war Was announced Days ago But they didn't know The lazy sunbathers The lazy sunbathers The sun burns through To the planet's core And it isn't enough They want more>>
2) The Lovin’Spoonful – Summer in the city.
(Hums of the Lovin’Spoonful, 1966)
¿No sois como los afortunados de la anterior canción? ¿Os espera el resto del verano en la ciudad? ¿Vuestra supervivencia, en el peor de los casos, depende de un ventilador, de duchas frías,…? ¿Sólo pisas la calle cuando el Sol se ha puesto? Pues exactamente es lo que plasmaron en este tema de 1966 TheLovin’Spoonful, dos ciudades: el día cuando parece que el mismísimo Satan baila sobre las brasas encima de nuestras cabezas y la salvadora noche cuando damos paso a la liberación de cuerpo y mente para dedicarnos a cosas más importantes: bailar y ligar.
Canción con mucho gancho que les brindó su número uno en las listas de los
EEUU, en aquellos maravillosos 60, convirtiéndose en uno de los múltiples
himnos de la época.
<<Hot town, summer in the city
Back of my neck getting dirty and gritty
Been down, isn't it a pity
Doesn't seem to be a shadow in the city
All around, people looking half dead
Walking on the sidewalk, hotter than a match head
But at night it's a different world
Go out and find a girl
Come-on come-on and dance all night
Despite the heat it'll be alright>>
Joe Cockersumo una versión de este tema en 1994,
añadiéndole un toque más pop, soul y algo de reggae, a mi entender
sobrecargándola en demasía y arrebatándole frescura. Aún habiéndole propinado este
pequeño “zasca”, podréis juzgarla por vosotros mismos...
3) Los Planetas – La playa.
(Una
semana en el motor de un autobús, 1998)
Puede que hayáis pensado que alguna de las canciones tendría que
representar otro de los más que manidos elementos de la estación: el amor de
verano. Correcto, pero, recordad que uso gafas de pastas y pitillos, y mucha de
nuestra música favorita está adornada con guirnaldas de sufrimiento y autoflagelación.
Para muestra, un botón: uno de los mayores sufridores de la escena musical
española: Jota de Los Planetas. Citando precisamente al genial protagonista de
Alta Fidelidad:
“¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido o estaba deprimido por
escuchar música pop?”
Esta canción es un básico del miedo al amor de verano... Siempre enfatizamos estos amores en canciones, relatos, libros o películas,
dibujando un enamoramiento fuerte y pasional donde, por culpa normalmente de
la geografía o de la vuelta a la rutina, los actores de este amor dejan
llevarse sin la responsabilidad del más allá. ¡Qué bien! ¡Qué bonito! Nadie
habla de cuántos de estos amores de verano habrá roto relaciones nacidas en las
otras tres estaciones.
Jota vislumbró este miedo, llevado al drama de los
celos, en este medio tiempo compuesto en el auge de la banda.
<<Y me fui hasta la playa
para ver lo que pasaba
y te estuve persiguiendo
comprobando si era cierto
lo que todos me decían sobre ti.
Un verano que fue una pesadilla,
Si me acuerdo,me duele todavía.
Y pensaba en destrozarte todo el tiempo.
hasta que te oí diciendo,
cuanto me echaste de menos
y que no te habias podido despedir
porque nunca pasa nada
nada es como esperaba>>
4) Belle & Sebastian – A Summer Wasting.
(The Boy with the Arab Strap,
1998)
Al final, si resumimos el verano, la mejor sensación es la gran libertad de poder malgastar el tiempo
sin preocupaciones, llegando incluso a sentirte
culpable como cantan los escoceses Belle &Sebastian en este maravilloso
tema (también de 1998). Evocadora de adolescencias e infancias donde la
percepción del tiempo equivaldría al resto del año.
Letra redonda, música sin complejos ni pretensiones, no necesita más
presentación, solo disfrutar. (Reseñar que quién pudiera disfrutar ahora
siete semanas para “sentirse culpable”...).
<<I spent the summer wasting,
The time was passed so easily.
But if the summer's wasted
How come that I could feel so free?
I spent the summer wasting,
The sky was blue beyond compare.
A photograph of myself
Is all I have to show for…
Seven weeks of river walkways,
Seven weeks of reading papers,
Seven weeks of feeling guilty,
Seven weeks of staying up all night.>>
5) Papa Topo - Lo que me gusta del verano es poder
tomar helado.
(Oso Panda, 2010)
Para poner el broche final, las
canciones pegadizas y los helados, un dos por uno en la misma tema para
finalizar.
Estos mallorquines dejaron una canción fresca y divertida, llena de
referencias estivales.
Puede que no sea de una de las canciones de
vuestra vida, pero si preferís os recomiendo la de Pitbull… A ver al final cual
preferirías escuchar durante dos meses en todos los chiringuitos del país.
Este post viene
aprovechando que Neil Young ha decidido eliminar la gran mayoría de su
discografía en streaming, por no tener la calidad suficiente en su criterio
(bendito criterio). El gran Neil tiene muchísimos registros artísticos y caras
en su dilatada carrera. Destaca su activismo social, su lucha por los derechos civiles (que es el eufemismo para combatir el racismo en
EEUU), y ecologismo de un hippy rico que con veinte pocos años ya pudo comprarse su rancho, donde sigue viviendo.
Como curiosidad, hasta tiene dedicada una especia de araña.
Desde el punto de vista
musical, Young destaca como guitarrista y cantante, que si bien al principio la
voz puede no terminar de convencer, acaba enganchando. Pero sobre todo es un
gran compositor y sabe transmitir con una técnica de la cual podemos decir que es tan ruda como
efectiva. En su versatilidad arácnida
puede destacar en un supergrupo más folk hippy, como Crossby, Still, Nash and Young, dándole un toque mas salvaje; y, en solitario, en
acústicos enternecedores, o con toques más country-folk,o más rock, siendo
considerado el padre del grunge por el sonido sucio de la guitarra (y esas
camisas de cuadros y patillas).
[Neil Young - Needle and the Damage Done]
“Harvest” (1972) es, probablemente, uno de sus discos más conocidos, pero aquí, obviamente para llevar la contraria, nos vamos a ir a
1969, California. “Everybodyknows this is nowhere”.
Neil Young y Crazy Horse,
tanto monta, pero sin yugos ni nudos para estos potros locos. El disco va
oscilando entre el folk mas intimista, arreglos vocales muy elaborados (mucho
uh lah lah) y ambiente relajado campestre. Sin embargo Young en este disco también
supo combinar y alternar este folk con achaques de rock mas salvaje, casi
ceporro, con mucho racka-racka y solos viscerales. A destacar varios cortes,
grandes clásicos, todos estos compuestos en estado febril, con casi 40º. “Cinnamon Girl” es canela en rama (como su propio nombre indica),
gran riff, gran estribillo… Pero las clave son “Down by the river” y “Cowgirl in the sand”.
[Crosby, Stills, Nash & Young - Down By The River]
Cortes de 10 minutos, música sin adaptarse a estándares
comerciales. Solos in crescendo de
varios minutos pulsando 20 veces la misma nota…y ruido, mucho ruido y suciedad.
Los dos temas describen visiones oníricas y quizás delirantes de Young, en un
formato de sesión: gran sección rítmica con guitarra y batería aporreando o
alternando con coros y estribillos. Y vuelta a los solos, vuelta al chamanismo.
Esos solos que enganchan y arrancan sin grandes virtuosismos, que se
traban en la tela sonora. Según el propio Young, “Cowgirl in the sand” expresó
la imagen idealizada que tenía de las playas de España (pero sin haberlas
visitado aún). Así que nada, disfruten
de las playas con 40º, pero no de fiebre. Y a Neil le pedimos que con una de sus
ocho patas vuelva a compartir su música, pero cuando él estime que tiene la
calidad sonora conveniente, que para eso se ha ganado el respeto.
Decía Samuel Beckett que no existe pasión más poderosa que la
pasión por la pereza, y parece ser que dicha pasión (la cual no requiere
de esfuerzo alguno), ha empujado a Javier Krahe a decidir descansar en paz en este
cálido domingo estival.
La noticia nos ha pillado a todos por sorpresa ,
incluso a los de mi generación, esos que veíamos a Krahe como un adorable
abuelito, gamberro y gruñón, que entre risas nos enseñaba las verdades de la
vida. Y es que, bajo aquel semblante serio de barbas plateadas y bigote oxidado,
se escondía un fino e irónico sentido del humor. Pura sátira.
Mucho hemos aprendido de este ingenioso ácrata
de pensamiento hippie y comportamiento burgués, aunque pocos hemos podido
seguir sus pasos, ya que pocos hemos tenido la valentía de responder con
indiferencia a esta capitalista cultura moderna del esfuerzo y del trabajo frente
a la que el siempre defendió, con uñas y dientes, su derecho a no hacer nada. Sin
embargo, quizás casi sin darse cuenta, hizo algo más que mucho y nos dejó un
extenso legado de canciones alejadas de la
monótona bipolaridad del cantautor que se bambolea entre el empalagamiento de amor y la melancolía del corazón roto.
Pero el genio nos ha dejado. Hace unos meses amenazaba con tomarse un
año sabático y, parece ser que ese año se va a alargar algo más... Hace poco, Pablo Iglesias le hizo una entrevista en el programa Otra Vuelta de Tuerka y, cuando
éste le pregunta por una canción de referencia, él, sin mostrar duda alguna,
contesta con La súplica para ser enterrado en la playa de Sète de su admirado George Brassens, afirmando
que jamás alcanzaría tal nivel de lenguaje y forma de narrar. En dicha canción,
Brassens canta los siguientes versos:
<<Justo a orillas del mar, a dos pasos de las olas
azules,
cavad, si es posible, un pequeño hoyo mullido, un buen nicho
pequeño.
Cerca de mis amigos y los delfines, a lo largo de esta costa
donde la arena es tan fina sobre la playa de La Corniche.
Es una playa donde hasta en los momentos más furiosos
Neptuno nunca es tomado demasiado en serio.>>
Curioso e irónico que aquella canción cuya composición le parecía
inalcanzable se haya parecido tanto a su muerte, pues de una forma
totalmente involuntaria e inconsciente ha acabado haciéndole caso a su amigo
Sabina y se ha venido al sur a morir, más concretamente a su Zahara de los
Atunes, cerca del mar, ya que alguien tiene que ocuparse de él.
Para leer esta entrada se deben cumplir una serie de condiciones... En primer lugar, debe ser verano y, a ser posible, el clima debe estar en mitad de la primera gran ola de calorde la temporada. En segundo lugar, debe ser de noche o, como muy temprano, el sol debe estar en plena caída vespertina, pues es obligatorio apagar el aire acondicionado o el ventilador para evitar que su molesto e incesante zumbido estropee el veraniego gozo acústico que propongo de la mano de uno de los más míticos estándares del jazz: SUMMERTIME.
Para encontrar la semilla de esta canción hay que remontarse a 1935, año en el que George Gershwin la compuso para la ópera Porgy&Bess. Inicialmente, esta canción esta concebida como una nana, una canción de cuna que una madre, dulcemente, le canta a su bebé para que se duerma.
La canción se popularizó y no tardó mucho en entrar en el oscuro mundo del jazz, ya que tan sólo un año después, en 1936, fue grabada por la triste y guapa Billie Holiday, poniendo así esta semilla en la fértil tierra que es el jazz para que con los años germinara el popular estándar que es hoy.
Además de la triste y guapa Billie, muchas otras grandes voces negras, tanto del soul como del jazz, la han versionado, desde Sam Cooke hasta Ray Charles, pasando por Al Green, James Brown, Sara Vaughan y, por supuesto, Ella Fitzgerald. Y es de esta última de la que quiero hablaros a continuación, pero no de la versión que sacó en solitario, si no de la maravilla que en 1957 grabó junto al mítico trompetista que terminó de cimentar las bases del jazz moderno: Louis Armstrong.
[Ella Fitzgerald & Louis Armstrong - Summertime (1959)]
Louis fue el primero en tener la genial idea de eliminar la dulce voz de esa madre que le canta a su bebé y sustituirla por ese fresco viento nocturno que sopla en verano, esa leve brisa que sale de la trompeta y entra por nuestra ventana para firmar una tregua con el calor y refrescarnos el sueño. Otros grandes trompetistas como Miles Davis, Dizzy Gillespie o Chet Baker siguieron este mismo concepto eólico de Summertime elevando así la canción hasta convertirla en estándar del jazz. Y lo mejor de un estándar es que, por muchas versiones que existan del mismo, ninguna es igual. Es la misma esencia del jazz, esa música que te permite imprimir tu carácter y tu personalidad a tu forma de tocar para conseguir un sonido propio al que llevar cualquier melodía o canción y reinventarla.
Pero, de la misma manera que el verano no solamente trae brisas frescas, no solo de trompetas viven los vientos del jazz . Quizás, por esta razón, el gran saxofonista John Coltrane, en su disco de 1960 "My Favorite Things", decidió agitar esta dulce nana hasta convertirla en un ígneo aliento que arde en la piel. La intranquilidad y el desorden jazzístico es el sudor pegajoso de esas noches insomnes de verano en las que la cama se convierte en un territorio hostil sobre el que por mucho que gires, no existe trinchera que te resguarde del calor.
[John Coltrane - Summertime]
Otros grandes saxofonistas, como Charlie Parker, Sonny Rollins o Stan Getz también recrearo,n a su manera, las sensaciones de esta canción de verano (que no del verano) y, de la misma manera que ocurre con los trompetistas, no existen dos versiones iguales.
Escapando del control de los vientos y, como si de gotas de lluvia de tormentas de verano se tratara, este estándar también ha transcendido al mundo de la cuerda percutida para ser interpretado por genios como Duke Ellington o Bill Evans y por virtuosos de las cuerdas como Joe Pass. Pero no acaba aquí la cosa, ya que el fuerte sentimiento de verano que impregna la canción logró expandirse más allá del jazz de la mano de Janis Joplin, esa frágil y delicada hippie que, como si de un viento de festival de verano se tratara, a lo Woodstock, pintó el aire de colores y recreó la canción con una atmósfera plagada de psicodelia y rock.
[Janis Joplin - Summertime]
Esta misma senda siguieron los que, en mi opinión, son la perfecta fusión sesentera del rock psicodélico y el jazz: The Doors. Y a partir de aquí la veda se abrió por completo y cualquier estilo ha llevado Summertime a su terreno. Podemos encontrar una versión ska hecha por Skatalites y una extraña versión en español realizada por Los Elefantes. También existen versiones de cantantes españolas como Andrea Motis o Diana Navarro y un bizzaro cover de Tony Ronald. Realmente podemos encontrar cientos de miles de millones de versiones de esta canción, desde esta de la actriz Scarlett Johansson hasta esta otra de unos tios de youtube. (Si quieres escuchar alguna tan solo debes pulsar sobre el nombre y el enlace te llevará al vídeo de Youtube correspondiente).
Por último, para terminar esta entrada estival, me gustaría que tú, querido lector, dejaras en los comentarios cuál es tu versión preferida de todas. Es una tarea difícil, lo sé, pero como quien inventa experimenta, empiezo yo diciendo que, de entre todas, me quedaría con la versión de Janis Joplin. Para gustos, colores, y para versiones, Summertime.